Hay imágenes que valen más que las palabras y estas por más vueltas que les demos vienen a confirmarlo. Lo inquietante del hecho es que provienen de la tierra de naranjos y olivos, donde el olvido por vivir arremete a diario las conciencias como corchos de agua. Piedras que han aprendido a mirar para atrás obviando que si no se enmiendan, hechas cunas de hambre algún día nos brotarán.
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