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miércoles, 15 de abril de 2009

ÓSCAR M. PRIETO EN EL AULA DE PAZ CAMIN DE MIERES


En un resumen rápido se puede decir que ‘Las horas se ríen de mí’ hablan del tiempo ¿Filosofía o literatura?
Sin ninguna duda, literatura, novela. Su fuera filosofía habría hecho un ensayo. Es evidente que el tiempo es la realidad humana por encima de todo, la vida es algo temporal y si fuéramos conscientes del valor del tiempo nos daríamos cuenta de que cada segundo de nuestra vida vale más que mil copas del champán más caro; pero yo estas ideas las tenía que hacer novela a través de personajes, de vivencias, no de filosofía.



Y así creó a Juan, un hombre jubilado en el León rural, y Cristo, una mujer del Madrid callejero y nocturno, una camarera ¿hay algo de autobiográfico pues son los dos escenarios de su vida, Veguellina de Órbigo, donde nació, y Madrid, donde vive?
Creo que era Kierkegard el que decía que no se puede escribir de nada más que de uno mismo. Con matices pero algo de eso hay, sobre todo en el personaje de Juan, que era mi abuelo, al que con 89 años le dio un derrame cerebral y perdió la cabeza, detuvo el tiempo. Hay dos pares, dos caras de la moneda, la memoria y el tiempo o la eternidad y el olvido.



La otra cara, Cristo, una joven que ha perdido los sueños, que siempre tiene sueño, siempre llega tarde, el tiempo le atropella la vida...
Exactamente, la otra cara. En todo: un anciano y una joven, un pueblo y la gran ciudad, uno que vive de día y una que vive de noche, un hombre que viaja sin moverse de su pueblo y una mujer que logra viajar, un hombre que da vueltas en círculo y una mujer incapaz de romper el círculo de su vida... Todo son símbolos, con una base real, pues mi abuelo, al que yo retrato dando vueltas en círculo, hacía cada día el mismo recorrido, recorría un camino en círculo.
Y, sin embargo, no necesitaba más que un cartel para viajar hasta el lugar que anunciaba.
Una idea que nació de otra anécdota real. Volvía yo de pescar cangrejos en Zamora, con un amigo, y al llegar a la carretera había dos letreros que anunciaban: A Coruña y a Madrid y le comenté yo: ¡Qué suerte! En Benavides, como mucho, habrá carteles a Santa Marina y a Hospital. Son todo símbolos, y el gran símbolo del tiempo y la vida que es el río, del que me fascina la historia de la mosca de mayo, que en 24 horas pasa de ninfa a tener alas, se reproduce y muere. En ella la vivencia del tiempo es absolutamente diferente.



Y con la mosca de mayo o ephemera aparece un matador de cerdos, un hacedor de fuego, un viajero singular que al jubilarse se queda parado en mitad del patio y decide caminar en círculos. Mil historias y todas ellas componen una novela.
Han sido muchos años trabajando en ella. La he hecho sin prisa, sumando historias, contando lo que quería contar. Me decía Julio Llamazares: ‘No sé si te será fácil publicarla porque es tu novela, no la de la editorial, pero es muy importante que sea tu novela’.



Veguellina/Madrid. El tiempo detenido y el tiempo imposible de detener, un anciano que ha superado el tiempo y una mujer atrapada por él.
Es el permanente salto del tiempo al minuto al tiempo frenético. En el pueblo los pasajes se cuentan por estaciones (primavera, verano...) en Madrid el tiempo se mide por el reloj, al minuto, al segundo.



León es la referencia.
Creo que para los leoneses que nos vamos León siempre es la referencia. De hecho uno de los personajes de la novela que llega a Madrid busca una casa cerca de la estación, con la idea de volver, de coger el tren de regreso.



‘Las horas se ríen de mí’ es una novela diferente ¿en qué fuentes literarias bebe Óscar M. Prieto?
No quisiera parecer ‘carca’, que no lo soy, pero soy un lector tardío y hasta los 16 años sólo leí tebeos. De ahí salté a los clásicos del Siglo de Oro (Lope, Quevedo, San Juan de la Cruz...), a los que cogí gran cariño y sus libros me han acompañado en todas las mudanzas, no los abandono jamás. Sí leo lo que va saliendo pero mantengo gran interés por las tragedias griegas (Sófocles, Eurípides, Esquilo...) pues ahí están todos los temas fundamentales, los temas radicales que pueden interesar a cualquiera: el amor, el odio, el tiempo...



¿De los actuales?
Tengo una deuda enorme con Borges, un buen escritor maneja un par de variables y Borges me parece un hombre capaz de manejar en sus obras cientos de variables. De los actuales siento predilección por los escritores eslavos, no los rusos clásicos, porque son gente que en cada párrafo nos enseñan una novela.








2 comentarios:

  1. " Las horas se rien de mí ".

    Siempre me he preguntado el porqué de la palabra escrita, transmitida en libros abrazados en nuestras mentes y entreabiertos en nuestras manos plagiando nuestra propia vida, la de otras personas y el universo en sí.
    Mientras te leía, se deslumbraban raices, primeros las de uno mismo, somos raices de la tierra, una prolongación de la naturaleza donde una vez nos hemos hallados a nosotros mismos aparecen otras personas: El abuelo, la mujer perdida; Lugares de referencias donde volvemos porque así lo decidimos.
    Las horas, el tiempo, la historia en un tablero de ajedrez, como en un libro, con movimientos exquisitos, pensados, calculados, improvisados, pero que transcurre en el momento justo, con el detalle de la ausencia tan exquisita de la vida.

    ¿ Los tebeos ?, si los mayores los siguiéramos leyendo, la risa y la carcajada de la vida, florecerían más.
    No sabía yo, que un escritor puede esconder su libro bajo sus brazos , posar entre dos árboles como un pajarillo lo hace en el cantar de sus ramas. Eso sí, con una mirada fija que resulta excelente.

    Felicidades, Lou.

    Perdón, siempre me lo he preguntado, pero es magía del poeta y como no, fingidores.

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  2. Un abrazo amigo, sabes que tengo familia que no conozco en Mieres?
    Nos vemos

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