«Teníamos que haber puesto huevos a Santa Clara. Todavía estamos a tiempo». A una hora de la procesión del Silencio, el cielo ovetense amenazaba con llorar por el Santo Cristo Flagelado, uno de los pasos del cortejo. La buena señora debió de llegar a tiempo con sus huevos a Santa Clara, porque la meteorología dio una pequeña tregua y la procesión pudo salir a tiempo de la iglesia de Santa María La Real de la Corte, a las ocho y media. Había un plan B, y hasta un plan C, para la lluvia. El primero pasaba por retrasar media hora la procesión. El segundo era el más amargo: no salir y celebrar los actos en la iglesia.
A las 20.35, ante cientos de fieles, asomó por la portalada de la Corte el primer paso de la procesión: la Santa Cruz. La Escuadrilla de Gastadores del Regimiento Príncipe Número 3, la banda de Rilat y las cornetas y tambores de Jesús Divino Obrero de León tocaron el himno de España. La Santa Cruz incorporó este año, como novedad, cuarterones de bronce que representan la pasión y muerte del Señor.
Tras la Santa Cruz salió en procesión el Santo Cristo Flagelado, con su espalda cosida a latigazos, alumbrado por cuatro faroles. «Esto no es un partido de fútbol. Por favor, respetad el sentimiento de algunos», sermoneó un hombre a dos muchachas que rompieron el silencio con sus inoportunas risotadas. Faltaban cinco minutos para las nueve cuando asomó por la puerta la Santísima Virgen de la Amargura, con nuevo bordado en el faldón. Bordadores de Venta de Baños adornaron el cincuenta por ciento del vestido de la Señora. Para el año que viene, el bordado será completo. El arzobispo de Oviedo, Carlos Osoro, fue de los últimos en abandonar la iglesia parroquial, detrás de la Virgen de la Amargura.
La procesión del Silencio era, hasta este año, la encargada de abrir la Semana Santa en Oviedo. Los Estudiantes se les adelantaron en esta edición procesionando el domingo con el Cristo de la Misericordia (el año pasado, en su debut, salieron en procesión sólo por la Tenderina). La del Silencio destaca, sobre todo, por su austeridad, que se fragua en un silencio sepulcral que inunda las calles del Oviedo antiguo y hace enmudecer la ciudad. Sólo los tambores, cuyo redoble se intensifica al pasar por la calle Santa Ana, y alguna corneta interrumpen ese mutismo que hace honor al nombre de la procesión.
La Cofradía del Silencio y la Santa Cruz es la que organiza la procesión del Silencio, que siempre sale en Martes Santo. La cofradía se fundó en 1945, al amparo de la Fábrica de Armas de Oviedo, que contribuyó a la creación de otras muchas cofradías en la ciudad. En sus mejores tiempos llegó a tener cuatro pasos: la Oración en el Huerto, el Santo Cristo Flagelado, el Cristo de la Agonía y la Virgen de la Amargura. Después de unos años de decadencia, a partir de la década de los sesenta del siglo pasado, la cofradía se refunda en 2001 y vuelve a procesionar, esta vez con dos pasos. Hoy día, procesiona uno más, hasta sumar tres: el de la Santa Cruz, el del Santo Cristo Flagelado y el de la Santísima Virgen de la Amargura.
La marcha procesional recorrió, por este orden, San Vicente, Jovellanos, Argüelles, Mendizábal, la plaza Porlier, la plaza de la Catedral, Santa Ana, Tránsito de Santa Bárbara, la Corrada del Obispo y, de nuevo, San Vicente y la plaza Feijoo.
Hola cielo me encanta la Semana Santa sus procesiones verlas es un placer
ResponderEliminarun beso desde mi Luna
Hola Hola,
ResponderEliminarMe acabas de recordar que la Semana Santa está a la vuelta de la esquina.
Muy buena entrada.
Un abrazo
Gracias por darme a conocer tu blog. Me han gustado los dos; de éste en particular, ese recorrido por el gran Pepe Hierro que fue modelo de honradez humana y literaria.
ResponderEliminarGracias de nuevo y un saludo.
P.S.: Mi ordenador es poquita cosa y puede malamente con el brillante diseño de tus "blogs". Una pena para mí porque lentifica mucho mi navegación por ellos.