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viernes, 13 de marzo de 2009

EL REAL CLUB DE GOLF DE CASTIELLO PREMIO AULA DE PAZ CAMIN DE MIERES





El Real Club de Golf de Castiello es por excelencia y desde hace unos años lugar de cita de importantes personalidades que por razones de índole profesional o de simple recreo visitan Asturias. La belleza del campo, lo recóndito de su emplazamiento y las barreras verdes que ha ido extendiendo la naturaleza por sus perímetros hacen del lugar un paraíso para los amantes de la placidez deportiva. «Es una hermosura», me comentó este insigne periodista, Carsten Moser, desde una terraza particular que contempla las calles del hoyo 9 y del 10, incluso un poco más arriba, el terciopelo esmeralda, en ligero declive, del hoyo 5. Carsten Moser es un señor alto, de muy buena pinta, habla un castellano perfecto sin sombra de acento, y toda su persona inspira serena inteligencia, lo que no impide advertir en él firmeza de carácter y hasta un punto de pasión. Al preguntarle: «¿Qué le gusta a usted de España?», me miró de frente, muy serio, y dijo: «Todo». Confieso que me emocioné.






Carsten R. Moser nació en Lüneburg, una localidad próxima a Hamburgo, en 1943. A las ocho semanas su madre volvió con él a España, donde residía la familia. Contaba 6 años cuando, por razones del trabajo de su padre, se trasladaron a Perú hasta 1958, «vivíamos en Lima, en la zona de Miraflores, concretamente en el barrio de San Isidro», comenta divertido; sin duda, había algo de premonición respecto a Madrid. Tras realizar sus estudios medios en Canadá, en un internado de Toronto, obtuvo la licenciatura en Ciencias Económicas por la Universidad de Hamburgo.


-¿Hizo Periodismo paralelamente?


-No, en Alemania no existe la carrera de Periodismo, se hacen unos cursillos o se acredita la aptitud mediante experiencia. Ocurre que, al hacer el doctorado, me lo dirigió un profesor que tenía dos revistas de teoría económica, una en inglés y otra en español; yo hablaba ambos idiomas, así que me escogió para trabajar con él media jornada, como ayudante de redacción. Al año ya era director.






-Estaba en el camino, pero ¿qué ocurrió con su tesis?


-Me dieron cum laude, la publiqué... Por cierto, se titulaba «La importancia del turismo en un país en desarrollo, España». Era el año 1973 y mi padre, debido a cuestiones profesionales, vivía de nuevo en Madrid; tenía un negocio de exportación e importación. Me dijo: «¿Por qué no vienes a trabajar conmigo?». En esos momentos yo ya estaba en «Die Zeit» y respondí que si el semanario me aceptaba como corresponsal... Había un problema: esta empresa distribuía los temas en exclusividad, es decir, el redactor encargado del deporte no tocaba asuntos políticos o culturales, y así el resto de secciones. Yo propuse escribir de economía, política y cultura, y levantaron la mano.


-Así que ya lo tenemos a usted en Madrid de nuevo...


-Sí, tuve mucha suerte, me correspondió la época de la transición y este proceso interesaba mucho en Europa. Portugal había iniciado el cambio en 1974 y España en 1975; eran años dorados para los corresponsales extranjeros. El corresponsal más antiguo es un alemán, Walter Haubrich, que sigue escribiendo para la edición dominical del «Frankfurter Allgemeine Zeitung» («FAZ»). Entre los dos, al alimón, escribimos un libro, «Los herederos de Franco», de enorme riesgo, puesto que nadie era capaz de prever qué iba a pasar; aún era el período de Arias Navarro en la Presidencia del Gobierno. Hoy, con más de 30 años a la espalda, podemos decir que no nos equivocamos tanto; no estaba Adolfo Suárez en nuestras previsiones, pero sí muchos personajes que luego fueron trascendiendo, como Felipe González, Francisco Fernández Ordóñez... Incluso, descubrimos a Jesús de Polanco, que aún no era nadie.






-¿Tuvieron éxito editorial?


-Recibimos muy buenas críticas y para mí resultó estupendo, porque me nombraron subjefe internacional de «Stern», lo que me hizo volver a Hamburgo, donde me quedé seis años, uno de subjefe y cinco de redactor jefe. Volví a Londres de corresponsal, apenas un año, porque la empresa Bertelsmann estaba buscando un director para sus revistas en España, que a su vez fuera economista. Me llamaron y aquí estoy desde 1985. Entonces era una pequeña editorial, con unos 90 trabajadores que producían «Dunia», «Ser Padres», «Muy Interesante» y «Natura». Con el tiempo desapareció «Dunia», pero sacamos «Marie Claire», «Cosmopolitan», «Mía», «Geo» y una serie dedicada al automóvil y al motociclismo que entre ambos temas edita 28 revistas. También llevamos la edición de varios semanarios latinoamericanos.


-Total, le pusieron a usted al frente de un verdadero emporio...


-Responsabilidad ampliada más tarde, ya que, junto a un miembro del consejo de administración, me nombraron coordinador de las actividades del grupo Bertelsmann en España. Y en 2000 Carlos Solchaga, presidente de la Fundación Euroamericana, entidad que sirve de puente entre Europa y América Latina para ayudar en sistemas de organización social y política, me pidió que me incorporara a la entidad, de la que actualmente soy vicepresidente; un compromiso que me ha enriquecido mucho.







-¿Cómo se estableció su vinculación con Asturias?


-En 1998 le concedieron a Reinhart Mohn el premio «Príncipe de Asturias» de Comunicación y Humanidades, lo que supuso mi segundo encuentro con Asturias; el primero estuvo motivado por ediciones especiales de «Geo». Reinhart Mohn es el propietario del grupo Bertelsmann, cuyas ventas anuales alcanzan los 20.000 millones de euros y cuenta con unos 100.000 empleados. Es la primera agrupación editorial de Europa y la cuarta del mundo. Trabaja en cinco áreas: RTL, que aquí asume el 20% de Antena 3, el Club de los Libros, que entre otras marcas incluye el Círculo de Lectores, Editorial Random House Mondadori, con unos 20 sellos, la sección de Imprentas y Servicios y, por fin, G+J, la mía, de la que ahora soy consejero editorial. En la actualidad, mi relación con Asturias se sostiene en el trabajo y en muy buenos amigos. La Cámara de Comercio alemana para España, con sedes en Barcelona y Madrid, está presidida por Francisco Bellini, que previamente trabajó en Bayer, empresa de gran presencia en Asturias. Aunque ahora está en Siemens, no ha olvidado Asturias, y las reuniones de la Cámara se celebran frecuentemente, en Oviedo o en Gijón.


-Hábleme de la trayectoria de Reinhart Mohn.


-La empresa le viene de familia desde hace 170 años, pero él le ha dado un gran impulso. En 2007, yo dejé la dirección de G+J en España, pero los propios Mohn me pidieron asumir la secretaría general de la Fundación Bertelsmann, dedicada a fomentar iniciativas entre los jóvenes, promover la cultura empresarial... Es un puesto de confianza. En Alemania esta Fundación lleva 30 años funcionando y en España 15. Por cierto, respecto a la formación de bibliotecarios otorgamos un premio a la Biblioteca Pública Vital Aza de Mieres.






-¿Como economista, cómo ve la situación de España?


-Ya he escrito varios comentarios al respecto. Es un momento difícil, propiciado, entre otros factores, por el desplome del modelo económico basado en la construcción, por el turismo, que ha tocado techo, y por la industria del automóvil, que va de capa caída. Es preciso reinventar rápidamente una fórmula de crecimiento. La construcción se repondrá con el tiempo, pero no creo que vuelva a tirar del carro; hay 1.500.000 viviendas vacías en España. En cuanto al sector automovilista, sería necesario abrir nuevos caminos hacia ofertas diferentes de menos consumo. No queda otro remedio que buscar nuevas industrias que generen empleo.

1 comentario:

  1. Y paralelamente nos hemos convertido en un pais muy caro a la hora de abordar en él cualquier actividad productiva

    Intente usted empezar ahora un negocio legal, y ya verá...

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